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Hoy que estamos frente al reto de asumir la gerencia general de Cayaltí, gracias al auspicioso encargo de la Junta General de Accionistas, me vienen a la mente los primeros días en esta hermosa tierra.

El maravilloso descubrimiento de un pasado glorioso, lleno de costumbres y tradiciones heredadas de generación en generación y que se vinculan necesariamente con ese regalo de la naturaleza que es la caña de azúcar.

No obstante, hubo que vencer las resistencias de un sector empecinado en mirar el pasado. Esos mismos hombres que llevaron a la empresa Cayaltí a la ruina ahora miraban con desconfianza la llegada de un nuevo inversionista.

Tantas veces los cayaltiyanos habían sido persuadidos de apostar por lo nuevo y luego defraudados por los sucesivos incumplimientos. ¿Cómo creer entonces? Intipuquio entendió ese mensaje y empeñó su palabra para convertir el miedo en esperanza.

Las deudas contraídas por la empresa, que causaban un gran dolor de cabeza a los accionistas y hacían perder la fe en la renovación de Cayaltí, hoy vienen siendo pagadas en su conjunto y sin demoras.

Las palabras se pueden verificar en los hechos. Los trabajadores ahora reciben un salario, gozan de gratificaciones y CTS puntualmente. A ello hay que añadir que Cayaltí está al día con los pagos de impuestos a la Municipalidad y Essalud.

Y ni qué decir del campo, teñido hoy con el verde de la caña de azúcar por donde se mire. Pueden visitar el Valle y constatar la realidad. Mejor aún, enriquecido con nueva y potente tecnología de última generación.

Mejor aún, enriquecido con nueva y potente tecnología de última generación.

Pero sabemos y reconocemos que lo más importante, sin lo cual nada de esto sería posible, es el trabajo esforzado, valiente y honesto de todos los trabajadores. A ellos nos debemos y desde aquí queremos agradecerles por el compromiso y confianza.

Hemos empezado una nueva era en Cayaltí. Seamos, pues, parte de este nuevo reto y volvamos a creer en nuestro propio destino. Con la ayuda de todos y cada uno saldremos adelante. Tienen mi palabra.

Augusto Cillóniz Benavides
Gerente General